FUERON LOS MAGOS LOS QUE ME RESCATARON.
ELLOS PUDIERON PERCIBIR MI PRESENCIA MIENTRAS DISFRUTABAN DE UNA BELLA TARDE A ORILLAS DEL LAGO.
YO SOLAMENTE ME ASOMÉ CON SIGILO A VERLOS, A REÍRME DE SUS EXTRAÑOS MODOS, A SABOREAR DE LA LIBERTAD QUE COMPARTÍAN, A REGOCIJARME UNA VEZ MÁS DE SABER QUE HABÍA MUJERES QUE ERAN RESPETADAS TANTO COMO LOS HOMBRES. NO COMO SUCEDÍA EN LAS ALDEAS, DONDE EL HOMBRE IMPARTÍA SU LEY, SU PALABRA, SU DOMINIO.
COMO CADA EQUINOCCIO DE SEPTIEMBRE, ESPERABA SU LLEGADA, SIN EMBARGO SE ME TENÍA PROHIBIDO TODA COMUNICACIÓN CON ELLOS, TODO CONTACTO, CUALQUIER APROXIMACIÓN.
FUE EXTRAÑO LUEGO DE TANTOS AÑOS DESCUBRIR EL POR QUÉ...
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...Yo existía en un plano poco común para el humano corriente, pasaba desapercibida la mayoría de las veces, aunque siempre que ellos necesitaban de mi, sabían como llamarme. Dejaban una bolsita con su pedido en el árbol madre, con fe en que mi ser lo encontraría siempre justo a tiempo. Entonces ahí estaba yo, materializándome, deshaciendo la bruma para acercarme una vez más a colaborar con medicina para sus cuerpos; aunque implícitamente tocaba su alma.
Era la única encargada de esa gran tierra; cultivaba las hierbas más bellas y equilibradoras, con las fragancias más sutiles que jamás hubiera en todo el territorio. El bosque todo era mi hogar, podía moverme en él a ciegas si era preciso.
Amé desde el primer momento toda la magia que se desplegaba ante mí, cada día me sutilizaba más, a tal punto que los animales silvestres más frágiles se me acercaban confiados, llenos de alegría al verme, y me acompañaban en mis largos recorridos nocturnos, mientras iba contemplando a través de mi aliento, la majestuosidad en silencio.
Solo los niños pequeños podían percibirme y se deshacían en risas luminosas al ver mis colores centellar jugando con las de ellos. Me divertía muchísimo esa tremenda conexión plena de pureza.
Cuando el humano dormía, podía moverme libre sin velos siendo realmente corpórea.
¡Que delicia beber el agua fresca sin temor a ser vista, que gozo girar en la hierba con mis compañeros, ensuciándome hasta el alma de tanto placer!
¡Ahh! la luna, las estrellas y las gotas de rocío me hacían guiños cada noche, a veces eran de complacencia, otras fui descifrándolas a medida que crecía en años y entendimiento.
Cumplí con mi deber con tal devoción y entrega, que jamás hubiera osado preguntarme el por qué de aquel designio al nacer. Cuando hice el juramento no hubiera podido revelarme con preguntas. En aquel entonces confiaba plenamente en los mayores de la aldea y acepté dicho designio sin dudar. El solo hecho de creerles que era especial, me llenaba sobremanera. ¿Qué mayor bendición que ser portadora de una magia tan particular en mis venas?
Desde muy pequeña fui instruida en esa maravillosa labor, a medida que iba creciendo, la enseñanza fue cambiando de ser un simple juego inconsciente, a ser pura magia en acción, Tenía tanta facilidad para aprender, que mis guías disfrutaban alegremente mis creaciones. No precisaba varita ni ningún otro aditamento, solo, tan solo abría mi corazón, danzaba dentro de mi imaginación y disfrutaba del arte mágico que había creado.
Al acercarme a la luna roja de mi vida, sentí las alquimias de mi cuerpo tan fuerte, que pensé que algo malo me estaba ocurriendo. Las ancianas ante mi desconcierto y presunto maleficio se largaron a reír descabelladamente, mas la amorosidad me envolvió dulce y compasiva, mientras me contaban una leyenda para graficar mejor lo que me estaba aconteciendo.
Luego de semanas de haberme explicado la transformación que estaba viviendo mi ser, fui acompañada por un pequeño grupo de mujeres hasta los confines de la aldea, donde se hallaba una cómoda y sencilla cabaña cubierta de vegetación.
Desde ese punto se tenía fácil acceso a las aldeas vecinas, al gran camino que cruzaba todo el territorio y al mítico lago, del que solo había podido disfrutar una vez en mi niñez mientras recolectaba frutos en el bosque.
Pasamos juntas trece lunas de mi floreciente vida. De día me transmitían los más prácticos saberes, nos levantánbamos antes del amanecer y al caer el crepúsculo, prendíamos un fueguito que nos entibiaba el alma, me compartían anécdotas, sus experiencias, y una selectiva tradición oral, de la cual de ahora en más sería la guardiana.
Al acercarse las tres últimas fases lunares, comenzaron con la enseñanza de manera más ardua. Me contaron como serían mis años desde aquel tiempo en más, que solo vendrían a verme al ceder la nieve de invierno, para saber si estaba bien y cumpliendo con mis obligaciones y promesas.
"-Además debes saber -dijo la anciana- que el amor está vedado para una hechicera de las hierbas, tu único y gran amor será siempre la naturaleza, el compartir con humanos puede corromper tu alma, es mejor que no hagas amigos"
Y en el día final de la simple ceremonia de despedida me hicieron jurar, que jamás, ni aunque estuviera en peligro mi propia vida y necesitara ayuda, jamás podía acercarme a los magos que pasaban por el camino principal, porque eran portadores de maldades, desplegando su encanto haciéndote caer en sus falacias, y otras ardides para captar adeptos ingenuos. "-Recuerda -me dijeron-son muy peligrosos."
Dentro de los votos que tomé aquel apresurado día de calor, el que más provocó desconcierto fue el saber que existían esos seres, de los cuales se me advertía con tanta vehemencia.
No niego mi temor, mis dudas ante la soledad y los desafíos internos que me esperaban. Hice todas las preguntas que me acosaban el corazón, sin embargo la más relevante, en aquel entonces no pude ponerla en palabras. ¿Como interpretar una herida que no sabía que existía?
Pasaron lunas y soles, tantos que solo mi cuerpo llevaba la cuenta, había aprendido tanto de mi misma, de mi entorno, de mis recorridas, que me sentía libre y amada por la existencia, por la belleza y pureza de la naturaleza.
De a poco, al ir ganando confianza me aventuré a explorar y extender los límites que se me tenía confinado custodiar. ¿Si Madre tierra no tiene fronteras y me debía a ella, como iba yo a tenerlas?
Así fue que en una de esas excursiones despreocupada, descubrí por primera vez la caravana de seres extraños, en verdad ¡muy extraños!.
Era un grupo de hombres y mujeres, cubrían sus atuendos con una bella capa color escarlata, la mayoría ya se la estaba quitando, mientras algunos la dejaban en la silla de su caballo, otros sobre alguna piedra cercana.
Comprendí que iban a pasar la noche ahí, el lucero en el cielo anunciaba la pronta llega de la oscuridad, reina y señora de los misterios.
Los observé a una distancia prudente, no quería ser aprehendida, sí eran tan temerarios y deshonestos como se me había dicho, mejor que no me descubrieran.
Estuve atenta a cada movimiento que realizaban, deseaba cerciorarme yo misma, de la peligrosidad de la que supuestamente eran dueños.
La primer vez solo me quedé un corto tiempo a medida que armaban un simple campamento, me maravillé de la música que hacía sonar una mujer joven con una pequeña arpa. La alegría reinaba en ese grupo, pero claro, me dije, entre ellos se entienden muy bien, se aprecian, las maldades deben ser seguramente para quienes se crucen en su camino. Mi corazón empezó a palpitar a un ritmo desenfrenado luego de esa reflexión y decidí marcharme tanto pronto como el miedo había llegado.
Seguí mis días como era habitual, entre las hierbas, mis amigos los elementales y los animales que me habían aceptado con tanto amor. Las mujeres siguieron viniendo a verme, me traían novedades de la aldea. Se me llenaba el corazón de gozo al escuchar como estaban con quienes había compartido mis primeros años. Traían de regalo objetos y productos que los demás me mandaban en agradecimiento por mi tarea, y a su vez me pedían les preparara una enorme canasta con medicina de mis más bellas plantas, junto a frutos y agua del manantial.
El último día siempre, me hacían renovar los votos, y cada vez hacía más eco dentro de mi ser, el hecho que hicieran tanto tanto hincapié en que no me acercara por ningún motivo a los seres extraños, a los que llamaban magos.
En una de esas ceremonias, (antes de renovar los votos), pedí me aclararan porque la tan marcada determinación a no confluir con esos seres. Por unos breves segundos noté rostros desconcertados, miradas que se cruzaban, pero enseguida la mayor de las ancianas, se hizo con la palabra dando un breve discurso, que solo hizo acrecentar la duda, la intriga, aunque sonreí amablemente asintiendo lo que ella me contara.
Me dijo que la creación se basaba en fuerzas de contrapartes, que la luz y la oscuridad danzan siempre unidas por un fino hilo con la separación justa para poder manifestar la materia, y que ellos, esos seres eran respetados por ser portadores de la oscuridad, que se les agradecía el equilibrio que permitían en el reino, pero que era mejor no estrechar vínculos con ellos, ya que era un sendero muy seductor, fácil de salirse del camino del corazón puro y que ya nada podría salvar a quienes se manchara con su presencia.
El próximo avistamiento duró un poco más, no fue fácil descubrir con que continuidad pasaban cerca de mi hogar ¡pero lo hice! era cada equinoccio, y también supe que los días de campamento se iban prolongando. Quería saber la razón de ello, porque seguro la había.
El grupo parecía irse renovando por algunos pocos jóvenes que aparecían. Ya reconocía a ciertos personajes porque eran los más nombrados. La dama Edeline me cautivó desde el primer momento, sonreía amablemente y siempre tenía una palabra justa cuando era consultada, ella era quien marcaba el tiempo de estadía en cada lugar que recorrían, Eso me fascinó sobremanera, sí, una mujer tan segura de sí misma era la gran portavoz de la sabiduría del grupo, amada y respetada.
Poco a poco fui perdiendo el temor a ellos, y me sorprendí a mi misma sonriendo ante la peligrosidad de la que me habían alertado. Una cautivante sensación de saberlos me empujaba a sentirlos cerca, a infundirme en ellos, a imaginarme en una de sus rondas alguna que otra noche, para compartir sus misterios.
El gran mago, tenía todo el tiempo el ceño fruncido, y en vez de darme miedo me causaba ternura y gracia, podía sentir su alma, un alma que le faltaba una pieza para estar en paz. Atormentaba a los más jóvenes siempre que podía para enseñarles el rigor de su rol, aunque se daba vuelta y podía ver una sonrisa de complicidad con la naturaleza, como diciendo, si saben que soy permisivo me doblegaran y no aprenderán nada.
En esos momento aparecía Edeline, le tomaba la mano, calmando su corazón agolpado acompañándolo sin necesidad de palabras, ¡ahh! que bello verlos, sentirlos en esa comunión, sus energías danzaban al unisono, ahí comprendí mucho más su magia.
Aprendí tanto de observarlos. A veces lo hacía desde la penumbra, otras desde las alturas de los árboles, agudizando mis sentidos de manera natural, participando casi como una más entre ellos. A tal modo que más de una vez creí que el mago que hablaba de las estrellas me había mirado a los ojos.
De día aprovechaban el fuego que quedaba para una raras ceremonias que explotaban no solo dentro de los calderos, sino en risotadas de los que participaban. Hablaban de alquimia, de transmutación, de llegar a la esencia, de diamantes, oro y de simples carbones fallidos.
Los vapores que salían a la superficie muchas veces eran espantosos, en color, forma y el olor hediondo que inundaba el ambiente con una densidad nada conocida para mi. Las aves salían alborotadas de las ramas allegadas, y los otros animales, venían hacia mi, con ojos de por favor haz algo, estos nos van a matar con tanta oscuridad. Yo no podía parar de divertirme, el cuadro parecía tan patético que Edeline de reojo simulaba seriedad, y a medida que se alejaba, (cuando la distancia era prudente), reía junto al gran mago como niños, seguro recordaban con alegría sus tiempos de principiante.
Una noche mientras la luna se cerraba tras una gran nube, pude acercarme aún más, quería sentirlos, percibirlos, y seguir aprendiendo, ya estaba poniendo en práctica algunos trucos que les había visto hacer, me alegraba inmensamente el nuevo mundo que se ofrecía desprejuiciado de todo. Acepté en mi interior, que por el momento las mujeres que me habían instruido, habían sido también engañadas por la ignorancia y la mala reputación que se habían ganado los magos.
"Se teme lo que no se conoce", me dije, y eso abrió puertas internas que aún desconocía en mi misma. Igual me prometí ser cauta y no hablar de ello con mis tutoras, ¿para que alertarlas ante mi curiosidad?, sino iban a comprender y quizás me relevaran de mi preciado lugar. ¿A quién le hacía daño con mis aventuras? por el contrario, tenía más éxito en los tiempos de mejoras del humano enfermo, ya que aplicaba secretos que se transmitían entre ellos en alguna que otra acampada de paso. Y yo, Yo era más feliz, me sentía más plena.
El sol giró y giró... Aunque pasara mil años, iba a seguir admirándolos y cada vez mi corazón estaba más pendiente de los magos.
No pertenecían a ninguna corte en particular, se decían a si mismos libres creadores, habían forjado su orden basados en una comprensión tan antigua como la tierra misma. De noche leían las estrellas en el reflejo del agua en calma, Zahor parecía la voz cantante de estas y traducía mensajes a veces claros a mi comprensión, otros muy complejos y esquivos, como si de acertijos incompletos se tratara.
Una noche, al escuchar una de las profecías el poderoso aquelarre quedó en silencio, un silencio que desbordó las márgenes de la tierra. Edeline se paró en su lugar y le pidió fuera cauto muy cauto con lo que estaba contando, el mago sonrío. Señora mía -le dijo- sé que temes me equivoque, pero no puedo hacerlo, vine postergando el anuncio ya que tomé mis propios recaudos, hace noches que callo la determinación de las estrellas, solo iba a hablar, cuando ellas mismas me alentaran a hacerlo, confirmando el mensaje con tres señales bien notorias; sé que no es un juego de niños para usted.
Me pareció muy atrevido el que contara semejante mensaje sin antes decírselo a ella en privado, y como si supiera por lo que estaba inquieta mi corazón, Zahor continúo con el relato.
-Usted misma nos convocó a reunirnos Amada Edeline, usted misma eligió a los mejores a los que más se destacaban de toda orden que conociera, para hermanarnos en esta travesía, sabiendo que nos podía llevar años y años y años. Así mismo siempre confiando en que cada uno aportaría su talento, su experiencia para llegar a este momento. Bien, el momento ha llegado.
El gran mago se apresuró a salir de su lugar en el círculo, para llegar al lado de su amada. Enjugó unas leves lágrimas que se deslizaban por las mejillas de Edeline y tomó la palabra.
-Gracias Zahor por tus precauciones, tienes razón en lo que dijiste, la misma Edeline me pidió que los buscara uno a uno, y no solo midiendo sus habilidades, sino su coraje, determinación y nobleza.
Ahora que ha llegado el momento, hemos de cumplir con nuestra parte para completar la historia, el porque de esta gran misión. Misión que a nosotros mismos nos ha llevado la vida, y tengan en cuenta un punto un gran punto. Si lo tendríamos que volver a hacer por la causa primera, así sería una y mil veces.
El círculo se cerró en una neblina rosada llena de armonía y transparencia que no había visto antes en sus reuniones, la música cesó, la joven del arpa puso toda la atención como los demás en la revelación.
"-Edeline y yo nos amamos desde un primer momento -dijo el gran mago- cada uno pertenece a un linaje diferente, ella desciende de los hijos directos de Cassiopeia, mientras yo soy un avatar de Arthurus. Nuestras sangres nunca hubieran podido cruzarse, sin embargo no desistimos de ello en ningún momento. Buscamos el modo de vivir una vida y nos lo ofreció en sueños esta maravillosa tierra. ¡Sí! Madre Naturaleza nos invitó a descender a ella y así poder cumplir nuestro mayor sueño de amor. Como llegamos a conocernos es otra historia que algún día pronto les compartiremos.
En sueños, o mejor dicho en uno de los corredores del tiempo, nos encontramos los tres a planear como llegar aquí Edeline y yo.
Ella nos contó que era posible esa unión, pero que teníamos que pagar un precio muy alto, un precio que sería saldado con el tiempo, según los corazones involucrados, pero que no habría una fecha para ello, que las mismas estrellas nos lo dirían a su debido momento, porque correspondía primero cimentar un plan mucho mayor,
Ambos accedimos, no eran caprichos de Madre, era en ese momento la única oportunidad, y además estábamos creando una plantilla nueva y no solo para nosotros, sino para otras civilizaciones también. Lo fuimos entendiendo a medida que vimos nacer, crecer y arder la tierra, cientos de miles de veces.
Tenemos más años que algunas estrellas, no somos solo humanos, somos dioses que elegimos con un propósito humanizarnos, sembrar una nueva humanidad, una nueva raza de seres que portarían la chispa del amor, gestada en nuestros corazones gracias a Madre que nos brindaba la oportunidad de ser un vientre viviente. Claro que como nosotros hubo otros que también accedieron a esta maravillosa experiencia, aunque cada linaje con su cometido.
El precio fue, (en ese momento creí que el gran mago iba a desistir, parecía quebrarse) el precio pagado a Madre fue nuestra propia descendencia. Solo tendríamos una descendencia en la tierra, una semilla, pura, inocente, pero jamas la podríamos disfrutar, ni ver crecer, ni olerla, ni amamantarla Edeline, ni yo acunarla, ese fue nuestro voto para con ella.
Solo, volveríamos a recuperarla cuando los tres soles estuvieran alineados, cuando la nueva orden escarlata hubiera trabajado en la tierra más de miles de centurias, así que imaginen hace cuanto venimos esperando este momento, sepan comprender nuestra extrañeza, es la confusión de sentimientos, es el saberla cerca, es el entender que nos vamos a reunir con la primer hija de la tierra que porta semillas estelares, y que ante todo somos sus padres, los que la han esperado todo este tiempo.
Por eso mismo necesitábamos a los mejores magos. A los más honestos, transparentes y sí, también osados y rebeldes. La mayor cualidad que siempre tuvimos en cuenta, es que fueran leales y con ganas de expandirse más allá de cualquier frontera. Nuestra orden siempre tuvo a los más brillantes de todos los tiempos.
No saben lo duro que es la eternidad cuando hay que ver partir a los amigos, cuando es un nuevo comenzar constantemente. -esa palabras sonaron tan profundas que la bruma parecía ceder con la cadencia de su voz-.
Para tu Micael que te preguntas a donde vamos en cada luna llena, sí, a hablar con Madre y a su vez reconectarnos con nuestras propias fuentes. Durante esa fase se nos concede tener acceso fluído a los corredores, es la única oportunidad de ver los potenciales más altos, lo que puede que ocurra aquí, oportunidad para medir la conciencia de quienes habitan la tierra.
Madre no puede revelar a quien ha dado nuestra semilla, ya que ella encarna en cada vida en una familia álmica diferente para sembrar su luz, su energía catalizadora, ese fue el propósito primero de su gestación, de su llegar a ser.
Siempre pudimos seguir su rastro, aunque estando un pasos atrás, sin poder interferir en absoluto. En este tiempo expandido, donde la plantilla ya recubre la tierra completa formando el geo-dodecaedro, donde ya han encarnado más seres de otras galaxias, percibimos que iba a ser tiempo, y por ello nuestra tenacidad en cada entrenamiento.
Ahora que el plazo llega a cumplirse, podemos vivir no solo nuestra divinidad sino también nuestra humanidad a pleno, en esta vida hemos de morir de viejos, y ya no elegiremos encarnar, sino trascender el círculo que hemos creado para nosotros y para quienes lo elijan a su debido tiempo.
El siguiente paso, es saber quien es ella, hallarla, contarle detallada y sutilmente todo, para no colapsar su sistema y preservarla. Abrazarla en nuestra magia y ver si elige sostener la vibración de la verdad que porta, a conciencia. No va a ser fácil, vamos a requerir más entrega de ustedes."
Zahor no salía de su asombro, su propia lectura estaba revelándose en un lenguaje que iba más allá de las palabras pronunciadas. Percibía la pasión y sabiduría de ambos magos, pero mucho mucho más profundo que lo habitual. Sintió algo extraño en su pecho, como una sensación de aceptación y comprensión que se alejaba de la lógica de la que era dueño por ser el mago más viejo en la orden. Los demás escuchaban con atención y mucho respeto.
Edeline adquirió una actitud que en todos estos años no había visto, y percibí que los demás tampoco, iba expandiendo su propia radiancia de una manera sutil y maravillosa, su belleza se desplegaba y envolvía a todos los presentes, hasta sus caballos relincharon en señal de aprobación.
Y yo, bueno yo no podía entrar en mi otra vez, mi cuerpo parecía haberse activado, vibraba casi imperceptible pero de manera continua, había una revolución interior, mi mente no sabía de donde agarrarse, caían imágenes, palabras, pensamientos, todas descolgadas, devenían en un caos abrumador.
Mi mundo comenzó a girar lento muy lento, y me mareaba más de lo que haría la vertiginosidad, mis compañeros de ronda nocturna, se acercaron para sostenerme, apoyaban sus cabezas en mi regazo, me abrazaban pero nada me podía hacer volver al centro.
No sé cuanto tiempo estuve cayendo dentro de mi propia espiral, no sé cuanto tiempo me perdí en mi propia vorágine, desprendiéndome de todo lo conocido...
El amanecer se colaba en mis ojos a través de una hendija, recién pude volver a mi corporeidad total y plenamente cuando al virar mi rostro, vi a Edeline y al Gran Mago junto a mi, sonriendo, respirando suave y profundo, mientras tomaban mi mano acariciándola con más cariño de lo que jamas haya experimentado.
Me sobresalté, ¿cómo? ¿qué había pasado? Comencé a llorar como cuando niña, me senté y luego de respirar tranquila pedí irme sola a mi hogar.
No era momento de palabras, era un momento para mi, un momento para sentirme en mi espacio, con seguridad con serenidad.
Al salir todos me miraban asombrados y con un respeto que nunca había sentido, bajaron sus capuchas para despejar sus rostros y uno a uno a medida que pasaba por delante, reverenciaban mi presencia asintiendo con su cabeza.
No pude mirar atrás, al cruzar la linea brumosa que custodiaba el campamento, mis amigos me rodearon tan pronto como pudieron, acompañándome hasta casa.
En el camino lloré, era un llanto extraño, con sabor a liberación, volví a sentir que mi cuerpo alquimizaba en algo nada conocido como aquella vez en mi luna roja.
¿A donde ir?, ¿a donde encontrar sentido a lo que ya sabía oculto en mi ser? Las ancianas vinieron a mi mente, las ancianas de la aldea, su empecinado voto de no descubrir, de seguir jugando su juego. Ay ay ay grité, grité y abrí paso a la ira, abrí paso al abandono, abrí paso a la soledad, abrí paso a la tristeza a la nostalgia. Lloré, lloré y maldije, lloré y dejé que mi cuerpo se abriera al dolor que estaba escondido, encapsulado. Me dejé sentir los sentimientos más bajos, las sensaciones mas abrumadoras, ¡¡sí!!, me estaba transformando, estaba permitiendo nuevas reconexiones que no podía ni quería controlar.
Grité tanto tanto, que los magos que me habían seguido para custodiarme, cerraban sus ojos ante la potencia que liberaba con cada rapto de ira, de dolor.
Y pensar que creía que ellos eran la oscuridad, ¡no no no!, yo lo era, yo había vivido engañada, creyéndome abandonada, yo era la mentira primera, la herida primera de la unión del amor, ¿qué clase de amor me había gestado que permitía tal herida? Corrí hasta el lago, ingrese en el llena de odio, llena de bajeza, y le pedí me ayudara a transmutar todos esos sentimientos, pero no pude hacerlo desde la calma, así que el agua comenzó a borbotear a mi alrededor, elevando una bruma espesa, rancia, caliente, las ondinas se alejaron asustadas, mi cuerpo temblaba esparciendo ondas desdibujadas de agua, que estallaban con cada espasmo.
No sé como, ni cuando, pero entre tanta rabia un destello suave de luz se hizo en mi corazón, abriendo paso sutil y cálidamente.
" -Siente, siente, escúchame, no estás sola, no estás sola, nunca lo has estado -la voz pujaba desde dentro, suave y segura-.
Siénteme yo soy tu, permite que la alquimia queme todo todo lo que creías que eras, deja que el fuego abrace todo tu ser.
Respira, respira, permite que fluya todo.
Respira la ira, llévala bien profundo dentro de ti, a tu oscuridad, a ese espacio que crees no conocer.
Sé suave, háblale, ella a estado esperando por ti mucho tiempo, respira profundo e invítala a conocerte, a sentirte.
Respira, no es tu culpa, no es su culpa, nadie tiene culpa, respira en amor, respira tu corazón, respira ese lugar donde tu sabes hacer de la magia el puente, respira ese puente que calma, que trae tu sabiduría a flor de piel.
Siente esa sabiduría, es la alquimia entre tu luz y tu oscuridad, con ella estás completa, con ella no esperas nada de afuera, con ella eres tu, tu si mismo abrazando tu ser, tu ser real.
Respira suave,
Respira y trasciende este momento,
Eleva el dolor, déjalo ser libre,
Eleva tu voz y clama por tu libertad, libérate de todo cuanto ya no precisas, pero deja que salga todo.
Hoy es el día que esperabas.
Hoy es el día donde tu misma te esperabas, mírate, sonríete, abrázate."
En ese momento una figura traslúcida apareció delante de mi, extendió sus manos y con una sonrisa, siguió diciéndome, "-no temas, no hay nada que temer, es tuya la elección, si tomas mi mano ya nadie podrá separarnos, seremos una completa en la creación, experimentando mucho más-."
El tiempo se detuvo, tomé una última inhalación y me fundí en sus brazos con plena seguridad del amor que me brindaba. Comenzamos a girar y girar hasta elevarnos formando una espiral ascendente de muchos colores, aunque predominaba el violeta. A medida que danzàbamos unidas en esos infinitos, fuimos descendiendo lenta, pausadamente, ya la una en la otra. Conscientes de la transformación compartida, lloramos, pera esta vez de alegría, de emoción, la verdadera comunión se había llevado a cabo. La verdadera transformación de la semilla, había realizado el proceso como estaba designado por las estrellas.
La elección y determinación del corazón fueron las claves primordiales para que sucediera sin necesidad de la iniciación que los magos pensaban debía llevar a cabo.
Aunque en realidad, ellos no sabían, que por propia convicción, había sido su discípula desde el día que los descubrí, durante todos esos años...
Mientras tanto otros magos habían sido asignados para ir a buscar a las ancianas que me habían criado, (ya no estaban las mayores), galopaban sobre su caballo a toda velocidad por el gran sendero, tenían un tiempo, todos teníamos un tiempo marcado, fuera de el, no habría profecía cumplida, cada parte habría de encajar, o tantos años de espera serían en vano, tanto trabajo y devoción no tendría eco en lo absoluto, en la totalidad de la creación.
Llegaron a la aldea cuando el sol estaba cayendo tras las secuoyas, y el consejo ya estaba esperando por los magos, también habían leído las estrellas durante todos estos años. No hubo falta de palabras, los dos grupos se unieron en un mismo ritmo, ya no con tanta prisa, al ver el sol crepuscular danzar, mientras mostraba un arco iris completo a su alrededor, no salían de su asombro, comprendieron que yo misma lo había logrado.
Edeline, el Gran Mago y Zahor, fueron los primeros que llegaron, cruzaron unas pocas frases con quienes me habían estado custodiando y fueron acercándose a mi, con pasos seguros aunque casi imperceptibles, parecían flotar.
Dí media vuelta dando la espalda al lago, no sin antes agradecerle a ver sido mi recinto sagrado.
Los miré a los ojos, uno a uno, Zahor me sonrío, agachó su cabeza con suavidad y dio un paso atrás, corriéndose de la misma linea de Edeline y el Gran Mago.
Ambos exultaban a través de todo su ser, percibí los linajes a los que pertenecían, la diferencia notoria que los separaba, no obstante el amor que se tenían y lo que habían sido capaz de hacer para lograr unirse más allá de todo pronóstico improbable...
Pude leer la historia de cada una de las estrellas de donde provenían, y ya no lo hacía como una simple hechicera de las hierbas, lo estaba haciendo desde la completitud, desde la totalidad, me permití esos momentos de humanidad para que mi alma experimentara las sensaciones y emociones humanas, mientras ella, abría su sabiduría a mi entendimiento, en realidad no nos dabamos permiso, eramos una, soy una, solo alternaba mi enfoque, jugaba con mis percepciones.
De ahora en más ya no sería la misma, ya no lo era, ya vivía la existencia, mi existencia desde la verdadera humanidad.
Sí, ahora podía llamarme Humana. Sentirme Humana y nada importaba más que sentirme viva en esta maravillosa existencia.
En las Estrellas la impronta que nosotros mismos hemos elegido trascender, para así llegar a Ser nuestro propio Sol, no hay destino que no podamos sortear con la simple "elección", expandiendo nuestra conciencia.
MUY BONITO...
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